Cinco razones que respaldan y defienden al personaje de Stardust

Recientemente, SÚPER LUCHAS ha informado que Cody Rhodes (Stardust) fue liberado de WWE. Esta noticia significó un duro golpe a los fanáticos, quienes sienten que se ‘maltrató’ el personaje de Rhodes en la empresa de Vince McMahon, aludiendo a que personificar a Stardust fue una burla, una humillación o un estancamiento en su porvenir como Superestrella.

De hecho, uno de los autores de SÚPER LUCHAS escribió ‘Cinco Superestrellas WWE que necesitan urgentemente un cambio de personaje’, donde se incluye a Stardust. Y si bien concuerdo plenamente con los argumentos de esa lista —en relación a los otros cuatro apuntados—, debo confesar que mi agrado por el personaje de Stardust me hizo sentir la necesidad de defenderlo, más aún ahora que ha abandonado la empresa de Vince McMahon.

Por esa razón, en esta nota pretendo enumerar cinco razones por las que Stardust pudo convertirse en un GRAN PERSONAJE en WWE. Es completamente factible que no concuerden conmigo, pero eso se debe a que la directiva no permitió que Stardust se identificara con los fanáticos, desencadenando el desinterés desmedido o las plegarias para que regrese a lo que conocíamos como Cody Rhodes.

Ver también: ¡Cody Rhodes anuncia su regreso!

5- No fue un personaje genérico (o ‘del montón’)

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Si bien Cody Rhodes vivió momentos de popularidad en WWE, nunca alcanzó la consolidación como una Superestrella estelar. También es cierto que como Stardust tampoco lo consiguió, pero al menos fue un personaje diferente y le añadía un toque de diversidad al elenco principal. Su carencia de éxito no radicó en que su personaje era un fracaso, sino en que no se le dieron las oportunidades para intentar triunfar.

Con roles de relevancia en la programación televisiva de WWE, Stardust pudo convertirse en una Superestrella de calibre intermedio, aspirando a conseguir el Campeonato de los Estados Unidos o el Campeonato Intercontinental.

4- Las rivalidades que pudo construir habrían desplegado un abanico de posibilidades

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Complementando lo anterior, si Stardust hubiese conseguido alguno de los campeonatos de relevancia intermedia en WWE, las rivalidades que pudo construir habrían desplegado un abanico de posibilidades en cuanto a historias refiere. ¿La razón? El personaje que interpretaba: al ser diferente al resto —en todo lo que envolvía a su personalidad—, Stardust no se conformaba con la excusa de ‘rivalizar porque existe odio o envidia entre los involucrados’ y daba un paso más allá, creando historias relacionadas a temas oscuros, profundos o personales (como Bray Wyatt con Roman Reigns: «Cualquiera, excepto tú»).

Y en ese sentido —otorgándole la relevancia necesaria—, Stardust pudo convertirse en un elemento fundamental para justificar la «E» de WWE: el entretenimiento. En la lucha libre no solo importa la calidad, si no también la habilidad para construir una historia que respalde al combate mismo; Stardust era totalmente capaz de contribuir en ambos sentidos si le daban una oportunidad para hacerlo.

3- Costaba trabajo descifrar su personalidad

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En este sentido, Stardust se asemejaba bastante a Bray Wyatt: ambos son Superestrellas con personajes definidos que no todos comprenden, pero que —paradójicamente—la mayoría disfruta. Lo que se hace difícil de entender resulta atractivo, interesante y capta la atención de las personas, y eso es lo que sucede con estos dos personajes.

Sin embargo, en el caso específico de Stardust, la magnitud del impacto que provocaba era muchísimo menor al de Bray Wyatt, porque este último posee un grado de prestigio destacado en el elenco principal de WWE (no así el hermano de Goldust). Al no tener un espacio donde demostrar su calidad, Stardust se reducía a un personaje difícil de comprender y que nadie pretendía o deseaba comprender, porque no parecía interesante hacerlo. ¿La solución? Simple: UNA HISTORIA que lograse erigir a Stardust como una Superestrella relevante. El personaje estaba, solo se necesita la historia.

Y sobre esto, quisiera tomar las palabras de un autor de SÚPER LUCHASque escribió sobre lo excéntrico que es el personaje de Bray Wyatt— para enunciar lo siguiente: Stardust fue una creación que escapaba a su creador, y es por eso que WWE no supo qué hacer con su personaje. En este caso, la creación (Stardust) sobrepasó los límites tanto del creador (WWE/Cody Rhodes) como de los descubridores (los fanáticos), porque la directiva no sabía cómo manejarlo y el Universo de WWE, en consecuencia, no presentaba interés por descubrir al personaje. Es una metáfora, pero se entiende, ¿no?

2- Era espléndido en los tiempos muertos de un combate

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Durante un combate en desarrollo, es evidente que las Superestrellas involucradas no se golpeen o ataquen a cada segundo. Es un proceso donde se involucran careos, intercambios de palabras, amenazas y burlas.

Los protagonistas de la lucha deben intentar que la atención de la audiencia se mantenga constante y paulatinamente, y para ello deben recurrir a la espontaneidad en los tiempos muertos (como cuando una Superestrella yace en el suelo mientras otra trata de levantarla, o luego de una secuencia de movimientos llamativos). En ese contexto, destaca la figura de Stardust: esperaba a sus rivales acostado sobre el cuadrilátero de una manera bastante provocativa; realizaba sonidos extraños en medio de la lucha —acompañados de distorsionadas expresiones faciales—; utilizaba ‘polvos mágicos’ e intercambiaba palabras con los fanáticos cuando le gritaban «¡Cody!».

Se trata de los pequeños detalles que marcan la diferencia en el desarrollo de una lucha. En estricto rigor, lo que realizaba Stardust en medio de sus combates no fue valorado debido a la poca relevancia de su personaje, pero eso no le quita méritos. Supo dinamizar sus presentaciones en la programación televisiva de WWE, interpretando perfectamente a quien viene desde la quinta dimensión, la galaxia, los cosmos y esas cosas; eso es DESTACABLE.

1- Pudo generar una tendencia a largo plazo

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Stardust no logró triunfar en WWE porque la directiva no le permitió empatizar con la audiencia, y eso es fatal. Los fanáticos sienten la constante necesidad —involuntaria, a veces—de empatizar con las Superestrellas, de verse reflejados en ellas; ellos quieren razones para amarlas u odiarlas, dependiendo de la personalidad que estas denotan.

A Stardust no se le dio la oportunidad de presentarse ante el Universo de WWE para que este decidiese lo uno o lo otro. Con un manejo pertinente a su capacidad, Stardust pudo generar una tendencia a largo plazo en los fanáticos. ¿A qué me refiero con esto? A que las Superestrellas de WWE poseen ciertos elementos de interacción con la audiencia —los gritos de OLÉ, OLÉ, OLÉ a Sami Zayn, las frases de Enzo Amore & Big Cass, las luciérnagas de Bray Wyatt, entre muchos otras— que pueden convertirlas en estrellas estelares y prestigiosas del elenco.

Stardust PUDO generar una tendencia —bastaba con observar su entrada al cuadrilátero, sus expresiones faciales y gestuales, o la manera en que trabajaba los tiempos muertos de un combate—, pero necesitaba las oportunidades para hacerlo. Al promover una interacción entre Superestrella y fanáticos, estos encuentran una identificación con el personaje que puede justificar el apoyo, respaldo o rechazo hacia el mismo. Y eso es lo que todo luchador/a en WWE necesita lograr en los demás para alcanzar el éxito: una reacción, no importa si esta es positiva o negativa (véase el caso de John Cena).

Y ustedes, conocedores, ¿preferían a Cody Rhodes o a Stardust?

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