Recordando las glorias de Ultiminio «Sugar» Ramos

Como ya informamos, después de padecer cáncer por varios años, falleció el día de ayer una de las leyendas más grandes del boxeo profesional que, aunque no nació en México siempre defendió a este país en los encordados a nivel global. Hablamos de Ultminio Ramos Sequeira.

Ultiminio Ramos, nacido en Matanzas Cuba, llegó a México exiliado tras triunfar la revolución cubana a mediados del siglo pasado, pero ya como un contendiente de primer nivel en los pesos pluma, pues desde el 27 de febrero de 1960 se hizo del Campeonato Nacional Cubano de Peso Pluma.

Al frente, Ultiminio Ramos, atrás Mantequilla Nápoles. Fotos Archivo SL

¿Quién se llama Ultiminio?

En México, recordaba que más que su historial, la afición lo comenzó a identificar por su nombre tan peculiar:

«Si algo llamó la atención a mi llegada a México, independientemente de lo que había escrito la prensa cubana sobre mis cualidades boxísticas que me habían llevado a ser Campeón Pluma de Cuba, además de mantener la calidad de invicto, fue mi nombre. Su origen es el siguiente: luego de mi nacimiento, mis papás proyectaron cerrar la fábrica y fuera yo el último de sus hijos. De ahí que me bautizaran como Ultiminio. Sin embargo, andando el tiempo nacieron Lázaro y Milagros, con lo cual ya no fui el hijo postrero.

«Pero aun así, confieso que el nombre me gusta porque además de no sonar mal, mis amigos más cercanos me llaman Ulti, que también me agrada; por si fuera poco, no creo que haya en el mundo, salvo mis hijos, nietos y un bisnieto, que se llame Ultiminio, y mucho menos que sea boxeador. Por eso me enorgullece saber que cuando alguien pronuncia mi nombre, su interlocutor, sea o no aficionado al boxeo, sabe automáticamente de quién se trata.»

Grandes leyendas del boxeo, José Ramón Garmabella, Ed. DeBolsillo, 2009

La tragedia

Ultiminio ve en la prensa como calificaron una de sus exitosas defensas Fotos Archivo SL

El apodo de Sugar también siempre estuvo unido a su nombre. Y en algún momento, también lo estuvo la tragedia, pues aún era una joven promesa, cuando el 8 de noviembre de 1958 enfrentó a José «El Tigre» Blanco, otro novel boxeador cubano, cuando en el octavo round Sugar noqueó a su oponente, el cual murió a la postre. El propio Ramos lo recordaba así:

«Los pronósticos estaban muy divididos, y si unos vaticinaban el triunfo del Tigre debido a su mayor experiencia, otros, en cambio, me señalaban como favorito porque aseguraban que mi pegada era todavía más potente que la de José Blanco.

«La pelea cumplió con creces el entusiasmo despertado, porque durante siete asaltos peleamos de poder a poder con cambios frenéticos de golpes y sin dar ni pedir cuartel. En el octavo, sin embargo, le conecté un cruzado de derecha que le dio de lleno en la mandíbula. Me sorprendí de la nula resistencia que opuso al caer, pues parecía que en lugar de un hombre, yo le había pegado a un muñeco. No se necesitaba ser médico ni saber gran cosa de medicina para darse cuenta de la magnitud de la tragedia, porque al estrellarse contra la lona José tenía los ojos en blanco. Murió dos días después en el hospital.

«Estaba inconsolable porque me sentía culpable de lo sucedido… apenas podía dormir desde la noche del 8 de noviembre de 1958. Pero cuando al fin lograba cerrar los ojos, la cosa era peor pues tenía como una pesadilla que no podía borrar de mi memoria el momento en que yo le pegaba y José caía exánime.

«Pensé en el retiro. Mi decisión, luego de meditarla algunos días, se la comuniqué a mi papá y a Kid Rapidez… Una semana después, sin embargo, recibí una visita que cambiaría mi vida: era la mamá del Tigre Blanco.

«La mamá del Tigre, con voz firme, me dijo que era lo último que debía de hacer, pues la muerte de su hijo, a fin de cuentas, había sido un accidente en que, si hubo un responsable ese fue el destino. Me dijo que ahora yo era el portador de los sueños de José de llegar a ser campeón, y cada triunfo mío sería una victoria para él.»

Grandes leyendas del boxeo, José Ramón Garmabella, Ed. DeBolsillo, 2009

El agridulce sabor del Campeonato Mundial de Peso Pluma

Las mieles del triunfo

Eran principios de la década de los sesentas cuando Ultiminio decidió hacer de la Ciudad de México su nueva casa y centro de operaciones, después de dar varias peleas tanto en la Arena México, una de ellas memorable contra Alfredo «El Canelo» Urbina, como en provincia Ultiminio comenzó a ser tomado en cuenta para peleas más grandes en Los Ángeles y Paris. Dejando todo en claro y a modo para disputar el Campeonato Mundial de Peso Pluma. Así lo recordó el gladiador:

«La pelea en que se disputaría el Campeonato Mundial fue fijada para el 21 de marzo de 1963 en el estadio Chavez Ravine de Los Ángeles, casa por aquellos días de los Dodgers. Sería una función Magna, porque además entre (Davey) Moore y yo, Luis Manuel Rodríguez le discutiría el título welter a Emile Groffith y el mexicano Battling Torres el súper ligero al filipino Roberto Cruz.

«Davey Moore era favorito para vencerme y retener la corona. No sólo había demostrado ser un campeón sólido que tenía ya cuatro años en el trono desde que el 8 de marzo de 1959 diera cuenta del nigeriano Hogan Kid Bassey; también era uno de los mejores que ha existido dentro de la división en la historia del boxeo. La mayoría de los expertos aseguraban que la derecha del nacido en Springfield, Ohio, sería el arma que me depositaría en la lona. Moore, por otra parte, se había convertido en el verdugo de boxeadores mexicanos como el yucateco Víctor Manuel Quijano, Roberto García, Fili Nava, Lauro Salas, Kid Anáhuac y, sobre todo, el Pajarito Moreno, a quien noqueó en apenas minuto y medio de pelea.

«Subí al cuadrilátero confiado en mi triunfo y sin hacer caso de las apuestas en mi contra pues, pensaba, era cuestión de ver si mi contrario aguantaría mi pegada. La pelea fue electrizante desde el primer momento porque, no bien sonó la campana y chocamos los guantes en señal de saludo, surgieron los cambios de golpes. No hubo ni siquiera el clásico round de tanteo y menos un dominio claro de cualquiera de los dos, porque si en algún momento Davey Moore parecía llevar el mando de la pelea, a los pocos segundos era yo el que parecía enfilar hacía la victoria. Pero aun dentro de aquella vorágine de golpes, la pelea reunía una calidad técnica como pocas se había visto sobre un cuadrilátero.

«El séptimo asalto fue para mí un martirio. El campeón me trajo de poste a poste conectándome golpes durísimos sobre la mandíbula, los cuales me aflojaron dos muelas. La campana sonó para mí como música celestial; sin embargo, cuando llegué a la esquina les dije a Cuco Conde y a Kid Rapidez que ya me sentía Campeón Mundial. Los dos se miraron entre sí desconcentrados, y sin esperar que me lo preguntaran, añadí que la razón de ese optimismo mío se debía a que ya le había soportado sus mejores golpes.

«Sonó la campana para el octavo y con el ánimo renovado, fui yo quien lo trajo por todo el cuadrilátero logrando que cada golpe lo cimbrara de pies a cabeza. Una vez finalizado ese round, el todavía campeón no sabía ni donde se encontraba y sus asistentes tuvieron que ir a buscarlo para llevarlo a la esquina. Creí que en ese momento pararían la pelea. El combate, empero, continuó y durante el noveno mi dominio fue aún más evidente. Y llegamos al décimo asalto.

«Salí dispuesto a terminar el combate y, al cabo de varios golpes que lo bambolearon dramáticamente, le conecté un cruzado de derecha con la que volví a sentir la misma sensación que con el Tigre Blanco, o sea, haberle pegado a un muñeco inerte. Davey Moore cayó fulminado, y al caer, se golpeó la cabeza con la cuerda inferior. El árbitro ni siquiera se molestó en contar, sino que de inmediato agitó los brazos indicando que la pelea había terminado y por lo tanto era yo el nuevo Campeón Mundial de Peso Pluma. Moore permaneció en la lona durante algunos minutos, bajo la vigilancia del médico hasta que fue autorizado a levantarse y ser llevado a la esquina.

«Davey Moore, según supe después, llegó aparentemente recuperado al vestidor y hasta concedió una conferencia de prensa en que me alabó y dijo que le gustaría volver a enfrentarme, pues estaba seguro me vencería en una nueva oportunidad. Mas una vez que la conferencia se dio por terminada, ingresó a la regadera sufriendo un desmayo que obligó a trasladarlo de inmediato a un hospital.

«Yo entretanto había salido del estadio y me encontraba en un restorán donde me ofrecían una fiesta. Y cuando apenas me disponía a sentarme a la mesa, alguien entró presuroso al local para informarme lo que ocurría con Moore.

«Cuco Conde y Kid Rapidez me acompañaron al hospital. Willie Ketchum y la esposa del infortunado se encontraban en una sala de espera; la mujer era consolada por el mánager de Moore. Les presenté a ambos mis respetos y los dos coincidieron en decirme que no me debía de sentir culpable. El moribundo entretanto, era operado para tratar de disolver un coágulo en el cerebro formado como consecuencia del golpe que se había dado en la parte posterior de la cabeza contra la cuerda inferior. Murió dos días más tarde sin haber recobrado el conocimiento.»

Grandes leyendas del boxeo, José Ramón Garmabella, Ed. DeBolsillo, 2009

Tras la nueva tragedia, Utiminio siguió con su carrera de manera más natural, conservando el título hasta el 26 de septiembre de 1964, cuando enfrentó a Vicente Saldivar en el Toreo de Cuatro Caminos. Se cuenta que el principal enemigo de Ramos esa noche no fue Saldivar sino la báscula, pues tuvo que eliminar cuatro kilos antes de la pelea.

Las últimas peleas

Ultiminio dándole a las tumbas. Sabor matancero.

Así, Ramos no tuvo otra más que emigrar a la división de peso ligero. Pero las cosas ya no fueron iguales, ya que no alcanzó a conquistar el título mundial, a pesar de que dos veces se lo disputara al boricua Carlos Ortiz. Poco después de esas derrotas, Ultiminio decidió replantear su vida y se fue alejando de a poco del boxeo. Decidiéndose dedicar el resto de su vida a su otra pasión: la música. Uno de sus tíos, Severino Ramos, fue pianista de la conocida Sonora Matancera, por lo cual no fue tan extraño que se dedicara a formar varias agrupaciones con el conocido toque cubano.

Recién llegado a México, Ultiminio Ramos en 1961
LA LUCHA SIGUE...
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4 comentarios en «Recordando las glorias de Ultiminio «Sugar» Ramos»

  1. QUIEN NO RECUERDA SU TAN CANTADA CANCIÓN A SU AMADO MATANZAS!!!.
    Matanzas es, la tierra del fuego!, donde los rumberos van a guarachar!!!, yo soy de ahi, de un pueblo muy chiquitico , cerca del valle de Yumuri., y el mundo gira, gira, gira y gira y ahora yo me encuentro aquí. Descansa en Paz Ultiminio Ramos Z., y de los que fuimos amigos!, no te olvides!!!. beso hasta donde estes!.

  2. QUIEN NO RECUERDA SU TAN CANTADA CANCIÓN A SU AMADO MATANZAS!!!.
    Matanzas es, la tierra del fuego!, donde los rumberos van a guarachar!!!, yo soy de ahi, de un pueblo muy chiquitico , cerca del valle de Yumuri., y el mundo gira, gira, gira y gira y ahora yo me encuentro aquí. Descansa en Paz Ultiminio Ramos Z., y de los que fuimos amigos!, no te olvides!!!. beso hasta donde estes!.

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