Edificado en 1907, El Toreo nació como el escenario definitivo para la fiesta brava en México. Sin embargo, desde un inicio albergó otros espectáculos, principalmente festivales atléticos.
Y durante la presidencia de Venustiano Carranza se vio obligado a diversificarse aún más, pues las corridas de toros fueron prohibidas. La enorme plaza de la colonia Condesa albergó entonces eventos de lucha, de boxeo y circo, además de una gran cantidad de funciones de ópera, con la presencia de astros internacionales como Enrico Caruso y el catalán Hipólito Lázaro.
Para los años treinta, por El Toreo ya habían desfilado grandes boxeadores y se habían efectuado funciones que abarrotaron la plaza, como la del viernes 16 de septiembre de 1932, donde Baby Arizmendi derrotó al Campeón Mundial de Peso Pluma, Tommy Paul, en una contienda no titular; o la del 2 de abril de 1933, cuando Rodolfo «Baby» Casanova derrotó a Newsboy Brown por nocaut.
En ambas funciones, El Toreo estuvo lleno a reventar. En el caso de la segunda, hubo reportes que aseguraban que hubo 30 mil personas, aunque la capacidad del inmueble era de 23 mil, además de las sillas que se colocaran en el ruedo, que solían ser unas 2 mil.
► El regreso de la lucha a El Toreo
Pero aunque era un coliseo idóneo para el box, habían pasado años desde la última vez que fue presentada lucha en El Toreo, y su regreso se debió debido al éxito que estaba teniendo la temporada de Salvador Lutteroth en la Arena Nacional.
Para 1934, el matchmaker Mike Corona se había separado de la empresa Lutteroth y promovía sus propios eventos en el Teatro Esperanza Iris, teniendo como principal estrella al Charro Aguayo, a quien también anunciaban como Cavernario.
Lutteroth tenía a su favor el apoyo en publicidad y relaciones públicas de Fray Nano, director del diario La Afición, además de un par de importantes contactos para contrataciones internacionales (como ya lo hemos narrado con anterioridad): Tex Rickard y Lin Pladner.
Este último, promotor, con base en San Diego, California, fue quien propuso a Lutteroth presentar en México al Campeón Mundial de Peso Completo, Jim Browning. Pladner ya tenía apalabrados a Browning y a su retador, el popular Ed «Strangler» Lewis, y se los ofreció a los dirigentes de la Empresa Mexicana de Lucha Libre: Lutteroth y Francisco Ahumada, pues una lucha así podría llenar cualquier escenario. Estos aceptaron y se dispusieron a rentar el enorme Toreo de la colonia Condesa.
La prensa dio gran difusión al evento, como pueden ver en esta nota de El Nacional, de el 5 de abril:
«Y hay razón para la conmoción que ha despertado la singular noticia. Lewis ha sido varias veces Campeón del Mundo, y alega, para justificar su derrota entre los brazos de Jim Browning y la pérdida de su corona, que existiendo un acuerdo de la Comisión de Reglamentos de Nueva York que marca para todo encuentro de luchas libres un límite de tiempo, su encuentro con Jim se concertó a una hora, en la cual Browning ganó una caída, y con ella el título, pues dentro de la hora marcada como máximo de duración, Lewis no pudo obtener el desquite o el empate.
«Desde aquella vez se ha tratado por diferentes promotores en distintos países celebrar un nuevo encuentro de revancha en condiciones liberales para que los dos colosos puedan luchar hasta definir la supremacía de uno.
«Todas las gestiones habían fracasado y la impaciencia de los campeones y sus partidarios empieza a hacerse desesperanza, cuando los cables lanzaron a los cuatro vientos de la publicidad la noticia extraordinaria de que los eternos y más formidables enemigos lucharían por el codiciado título mundial en la Ciudad de México el próximo día 15 de abril, lo que llenará de orgullo y contento a todos los deportistas y demostrará nuestra potencialidad económica y la importancia que adquiere nuestra ciudad en el mundo de los deportes».
La revista El Ring publicó:
«En la lucha que mañana se sostendrá en el Coso de la Condesa, entre Jim Browning, el campesino de Minnesota, y Ed ‘Strangler’ Lewis, el veterano del colchón que se ha hecho famoso por la gran efectividad con que aplica su ‘candado’ a la cabeza, lo más seguro es que la juventud y más recursos de Browning sean los que se impongan, y para ello bastará con que veamos el transcurso de la lucha.
«Dado que ambos luchadores son de lo mejor del mundo, su choque habrá de resultar sensacional, pues hasta ahora no hemos visto mastodontes de su gran valía y talla.
«Juzgamos que los aficionados que vayan a presenciar este sensacional encuentro saldrán satisfechos, pues vale la pena ver en acción tanto a Lewis como a Browning.
«Al primero le admiramos su gran fortaleza que tiene, así como la gran sapiencia que pone en el menor de sus movimientos, y al segundo, además de su gran fuerza, la llave de aeroplano que le ha hecho popular.
«Y si a esto le añadimos que el gran match estrella será de dos de tres a vencer, sin límite de tiempo, veremos que no es extraño que los adictos a la lucha estén deseosos de no perder la única oportunidad que hay para ver a tipos como Jim y Ed».
El 6 de abril, Browning inició su travesía desde New York con rumbo a México, mientras el promotor Pladner hacía arreglos para que la Comisión Atlética del Estado de California (una de las 28 que reconocían al título de Browning como mundial) avalara la lucha. Un representante de dicha Comisión estaría presente en El Toreo.
► La semana previa al encuentro
En el Teatro Esperanza Iris, el sábado 7 de abril, el Charro Aguayo derrotó a George Ligoski en la primera lucha presentada en México como «súper libre». En la semifinal, el Campeón Mundial de Peso Ligero, Jim Brown, superó a Alfredo Ontiveros.
En la Arena Peralvillo-Cozumel, Ramón Romo venció a Héctor «El Diablo» López, mientras que en la semifinal, Luis García derrotó a Adolfo Bonales.
Para el 11 de abril, la Arena Nacional reanudó su temporada presentando una estelar entre los importados Tex Wright y Rudy Skarda. La victoria fue para Skarda después de levantarlo en todo lo alto y darle, lo que los cronistas llamaron, «el azotón más fuerte que pueda haberse oído en la Arena Nacional». En la semifinal, Pietro Belcastro hizo polvo a Manuel Hernández, mientras que Mario Nuñez empató con Antonio Canales. Todos los luchadores de esta función fueron programados para el evento de El Toreo, el cual quedó conformado así:
- CAMPEONATO MUNDIAL DE PESO COMPLETO: Jim Browning (c) vs. Ed «Estrangulador» Lewis.
- Rudy Skarda vs. Manuel Hernández.
- Pietro Belcastro vs. Tex Wright.
- Antonio Canales vs. Mario Nuñez.
- Héctor López vs. Carlos Meza.
Al mismo tiempo, se dio a conocer que Jim Browning y Ed Lewis habían depositado a Lutteroth y Ahumada sendos cheques para garantizar su presentación: El primero, 7000 dólares; el segundo, 5000. No era para menos, pues los gastos eran enormes: En el Toreo se cubriría el ruedo de madera y serían colocadas 3 mil sillas. Además se había construido un nuevo ring, de medidas reglamentarias y reforzado.
Jim Browning llegó a El Paso, Texas, el miércoles. Un día después, tomó un avión para la Ciudad de México. Ed Lewis, por su parte, se trasladó desde Los Ángeles, California, hasta Nogales, Sonora, de donde voló con rumbo a la capital azteca.
Se dieron a conocer los precios y la venta de boletos comenzó: 5 pesos en ringside, 3 pesos en Sombra y 2 pesos en Sol. Para comparar, en la Arena Nacional, las entradas costaban 2 pesos en ring general y 1.50 en gradas, con damas gratis en todas las localidades.
Más de un centenar de reporteros de Estados Unidos viajaron para cubrir la lucha. Uno de ellos, Joe Gorssman, declaró:
«En el poco tiempo que llevo de estar en México me he podido enterar de varias cosas. Sin embargo, permítanme que les haga una pregunta: ¿Cuál es el espectáculo favorito de los mexicanos? ¿Las corridas de toros? Pues ni esas tienen aquí tanto arraigo como la lucha libre en mi país.
«Allá vemos a los luchadores como algo muy nuestro, y los campeones y los que les siguen son verdaderos ídolos nacionales. Así pues, nada tiene de extraño que el público de allá quiera saber el domingo mismo, con toda clase de detalles, lo que ocurre en la plaza de toros de la Ciudad de México.
«El domingo, pues, funcionará el cable durante toda la noche para que millones de lectores americanos sepan quién ganó el campeonato del mundo de lucha libre en esta Ciudad de México, si Jim Browning, el formidable y joven campeón, o ‘Strangler’ Lewis, su poderosísimo rival, considerado como uno de los mejores luchadores de todas las épocas».
► Llegó el gran día
A diferencia de los grandes eventos de boxeo de años recientes, El Toreo no se llenó; se estima que hubo entre 10 mil y 12 mil espectadores, aunque la agencia United Press haya dicho que 20 mil en la nota publicada en sus diarios afiliados.
El periodista y boxeador Raúl Talán, argumentó lo siguiente sobre la baja entrada:
«La plaza estaba a medio llenar. Creemos que los empresarios saldrían a duras penas del trance. Y en nuestro afán de asentar claramente las cosas y de decir la verdad absoluta a nuestros lectores, diremos que más que nada se debió a la burla que se hizo no sólo de los espectadores, sino del público mexicano al verificar un campeonato del mundo y permitir que ambos competidores llegaran con ¡un día de anticipación!»
Sin embargo, la razón fue otra: A pesar de la calidad de los contendientes, no existía el gancho del patriotismo; es decir, ver a un mexicano contra un extranjero. Eso pudo constatarse con la lucha de Manuel Hernández contra Rudy Skarda, pues Hernández fue el luchador más ovacionado de la tarde. México no contaba con un ídolo de la lucha, alguien que llenara los zapatos de Enrique Ugartechea, quien luchó en El Toreo en más de una ocasión.
En cambio, en esta lucha, el mismo Talán reveló por qué los fans apoyaron a Lewis en vez de a Browning.
«El público tomó el partido de Lewis, pues éste se hace simpático (…) La figura de Lewis es única, con su enorme panza y sus piernas que parecen las columnas de un templo».
Sin embargo, el éxito deportivo fue enorme y ayudó a consolidar a la empresa de Lutteroth y Ahumada por sobre sus competidores.
Como invitado de honor acudió el presidente de la república, general Abelardo L. Rodríguez. A su lado estaba el ingeniero Marte Rodolfo Gómez, secretario de Hacienda. Juan de Dios Bojórquez, quien sería el primer secretario de Gobernación de Lázaro Cárdenas, también estuvo presente, además de muchas otras personalidades.
A las 4:30 inició la función con el triunfo del Diablo López sobre Carlos Meza en lucha a una caída. También a una caída, Mario Nuñez superó a Antonio Canales.
Después, como ya dijimos, Manuel Hernández fue tratado como héroe en la lucha en la cual venció al finlandés Rudy Skarda.
En la semifinal, Pietro Belcastro venció a Tex Wright en dos caídas al hilo. La primera la ganó tras una patada a la quijada y toque de espaldas. En la segunda, el italiano levantó a Wright y lo lanzó fuera del ring, donde quedó totalmente noqueado y no pudo regresar,
A las 6:10 de la tarde subieron al ring ambos luchadores. El anunciador Picoro presentó al retador, Ed Lewis, con un peso de 112 kilos, mientas que el campeón Jim Browning pesaba 105. El réferi del encuentro fue Jesús Lomelín.
De inmediato, Ed Lewis intentó aplicar su candado, pero Browning se zafó. Pronto fueron al juego de cuerdas, y al rebotar hicieron que todo el ring se moviera debido a su tonelaje. Muchos aficionados de primera fila se asustaron creyendo que en una de esas, las cuerdas se romperían y los luchadores caerían sobre ellos.
Lewis tomó el control, dándole a su rival un tremendo golpe con ambas manos para luego aplicarle la Doble Nelson.
El campeón logró quitarse la llave y contraatacó con una palanca al brazo. A partir de ahí, comenzaron un largo rato de llaveo a ras de lona. Desde aquel entonces, la lucha científica no era del agrado de todos, como apuntó Talán:
«Enseguida viene un momento monótono. Ambos luchadores trabajan en el suelo. Por supuesto que esto no es tan vistoso y muchos espectadores muestran su descontento. Sin embargo, justo es decir que esa lucha fue efectiva en todos los momentos y no había derecho a protestar.
«Cerca de donde estaba el que esto escribe, había un individuo, por más señas, de bigotito a la 1934, que decía: ‘¡Está muy feo eso! ¡Es mejor Aguayo!’
«Si no hubiera estado tan interesante aquello, de buena gana más de alguno le hubiera contestado con un sopapo. ¡Que vengan a decir eso! ¡Hombre, no hay derecho!».
Lewis aplicó candado, pero a la garganta, por lo cual fue amonestado por el réferi Lomelín. Browning se lo llevó a la lona y le puso la mecedora.
Lewis logró otro candado, y después lo azotó tres veces consecutivas con costalazos, pero Browning lo sorprendió con su especialidad, como reseñó Manuel Mateos en El Ring:
«En esta lucha, si Browning lograba sus tijeras, vencería, pero había expectación porque el candado de Lewis no es precisamente una caricia. Las tijeras se impusieron, apuntándose la primera caída Browning con una tijera al cuerpo con lo que hizo a Lewis poner las espaldas en la lona».
Terminaba la primera caída tras 24 minutos y 45 segundos.
► Segunda y tercera caídas
En la segunda ronda, Browning lucía cansado. Lewis logró su llave dominguera, y como no fue suficiente, le recetó una serie de golpes con el puño abierto. Un nuevo candado, azotón en la lona y un golpe al cerebro terminaron la segunda caída en 7 minutos y 30 segundos. Browning, con sangre en el rostro, se arrastró hasta su esquina mientras Lewis era ovacionado.
En malas condiciones inició Browning la tercera caída. Apenas podía ponerse de pie. No se veía tan poderoso como en los carteles. Curiosamente, en la publicidad que apareció en los periódicos ese mismo domingo, se hacían notar las llaves especiales de ambos: De Lewis, «el enloquecedor Candado a la Cabeza»; de Browning, «la Tijera de Aeroplano que puede paralizar el corazón».
Debido a ello, un fan se burló de Browning: «¡A ver esas tijeras voladoras! ¡Esas que paralizan los corazones!», provocando las carcajadas del público.
A base de golpes, Lewis derribó a Browning y lo cubrió para dos segundos. Buscando terminar su faena, Lewis ejecutó cuatro costalazos seguidos, movida que en EUA llaman bodyslam. Browning fue echado fuera del ring; la cuenta de veinte segundos llegó a nueve.
Browning esquivó a Lewis y le impactó patadas voladoras en el pecho. El Estrangulador quedó tambaleante, y entonces Browning se impulsó, lanzándose con sus tijeras para aprisionarle el abdomen con ambas piernas.
«Lewis ha caído de espaldas y Browning no lo deja mover. Lomelí, el réferi, cuenta ceremoniosamente los tres segundos, y cuando Browning se incorpora es para alzarle la mano y dejar que todos pensemos: ¡Jim Browning sigue siendo el campeón mundial! ¡Y nosotros, los mexicanos, hemos visto como se defiende un campeonato del mundo!»
A pesar de que la empresa Lutteroth perdió mucho dinero con este evento, podía considerársele como una inversión, pues la afición a la lucha profesional creció. El impacto de esta lucha se dejó sentir por muchos años, como pudo constatarlo el gran Lou Thesz cuando escribió sobre Jim Browning en su autobiografía Hooker:
«Jim Browning fue antes de mi tiempo, pero era bien conocido cuando llegué a la escena. El tracoma que tenía era tan grave que terminó su carrera. Si no hubiera tenido que retirarse para buscar una cura para sus ojos, la historia de nuestra lucha habría sido alterada. Ed Lewis dijo que Jim Browning podría vencer a cualquiera cualquier día en cualquier lugar, incluyéndome a mí. Eso bastaba para que le creyera, aunque nunca lo conocí ni lo vi luchar. También me dejó impresionado algo que vi años después cuando luché en México: El promotor (Francisco Flores), quien sabía de lucha, tenía una foto en su oficina, una foto grande, enmarcada, con Ed y Jim Browning luchando».